Un necesario repaso a la economía mundial
Han transcurridos más de 30 años en que EEUU y sus aliados decidieron implantar el neoliberalismo en los países emergentes a través del FMI y el Banco Mundial, condicionando los préstamos para pagar la deuda. Sin embargo, el tiempo se ha ido encargando de poner las cosas en su sitio. Ya desde inicios de este siglo, en América Latina y otros continentes, se fue demostrando que el neoliberalismo no era el único camino para los países pobres –como lo siguen machacando sus ideólogos a través de los medios, la academia y los evangélicos— surgiendo diferentes alternativas en los países asiáticos como China y Vietnam, y en América Latina, gobiernos como el boliviano, el venezolano, el ecuatoriano con Correa, que se atrevieron a desobedecer el credo neoliberal recuperando su soberanía en el manejo económico y abriendo caminos para una redistribución más equitativa de la riqueza.
En este siglo, el éxito más rotundo ha sido el de China, que ha logrado imponerse tecnológicamente a nivel mundial, manejando una economía planificada, con participación del Estado y también de la empresa privada, sacando de la pobreza a millones de sus habitantes y convirtiéndose desde el 2014 en la economía más grande del mundo, medido en paridad de poder de adquisición. Ugarteche, citando una investigación de la Universidad de Harvard, señala que China es el principal fabricante manufacturero desde el 2011; la mayor nación comercial desde el 2012; el país con la mayor clase media desde el 2015; con la mayor capacidad de energía solar desde 2016; con más investigación en inteligencia artificial desde el 2016[1]; y ahora, el país con la mayor producción de autobuses eléctricos en todo el mundo: 579.000 en 2023, mientras en EEUU se fabricaron apenas 137 unidades[2].
Hoy ya se habla del fracaso de occidente. El bloque de países hasta hace poco con más peso económico mundial como el G7 (EEUU, Reino Unido, Canadá, Japón, Alemania, Francia e Italia) han dejado de serlo comparado con los países BRICS+. Con datos del FMI a la fecha, la participación del G7 en el PBI mundial medido en términos de paridad de poder de adquisición, es de 29,6% mientras que los BRICS+ llegan a 36,7%. Los BRICS+ incluyen –además de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica–, a Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía e Irán. Hacia 1995, en el apogeo del neoliberalismo, el G7 participaba con el 44,9% mientras que los cinco países fundadores del BRICS lo hacían apenas con el 16,9%.
Este fracaso se manifiesta también porque los países ricos han tenido que regresar a las políticas de industrialización que fueron abandonadas con el globalismo económico y que a raíz de la pandemia, la recesión y la guerra que enfrentan contra Rusia, las han retomado, aplicando políticas proteccionistas. Esto se inició en el primer gobierno de Trump y ha sido seguido por Biden en su guerra abierta contra China, su principal adversario económico, elevando los aranceles, por ejemplo, a los autos eléctricos chinos hasta el 102,5%; Europa le sigue los pasos elevándolos hasta el 50%.
Pero, lo que marca realmente el declive de occidente y su principal mentor, es el deterioro paulatino y sostenido del uso del dólar como moneda de intercambio comercial y como moneda de reserva.
El uso exclusivo del dólar estadounidense en el comercio internacional se impuso desde Bretton Woods en 1944. Han sido los países BRICS –con China y Rusia a la cabeza– quienes han roto esta imposición al comercializar en su propia moneda. Ello ha exigido a los BRICS la construcción de una arquitectura financiera que se inicia con la creación del Nuevo Banco de Desarrollo y del Fondo de Reserva de Contingencia el 2014 y el acuerdo de organizar un sistema de pagos en divisas nacionales el 2015.[3]
Este comercio sin el dólar, será reforzado con la reciente histórica decisión de Arabia Saudita de no renovar el Acuerdo del Petrodólar firmado con EEUU en 1974 y con la incorporación de nuevos países miembros en la próxima cumbre de los BRICS+.
Como moneda de reserva, un estudio reciente del FMI señala la reducción gradual no sólo del dólar sino también de las otras monedas otrora “fuertes” como el euro, el yen y la libra esterlina, reemplazándolas por otras monedas de reserva “no tradicionales” como el renminbi chino, el won surcoreano, el dólar singapurense, entre otras, y también por el oro. En el caso del dólar, comparado al año 2000, las reservas en dólares de EEUU de los bancos centrales del mundo se han reducido de 70% a casi 55% y seguramente se seguirán reduciendo en vista de la última hazaña delincuencial otanista, de acordar utilizar los fondos rusos –congelados en la banca europea— contra la propia Rusia. Ver el siguiente gráfico.
Fuente: Serkan Arslanalp y otros. “El predominio del dólar en el sistema de reservas internacionales: una actualización”. FMI, 11 de junio de 2024.
Donde EEUU ha reinado hasta ahora a su antojo es en el manejo de los instrumentos de mensajería y liquidación de pagos para el comercio internacional. Además del SWIFT[4] (Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales), EEUU controla el CHIPS[5] (Sistema de Pagos Interbancarios de la Cámara de Compensación), que le permiten apalancarse, es decir, recibir dinero contante y sonante todos los días, sólo porque tienen el poder de imprimir dólares. Pero también le permiten controlar el comercio internacional, decidiendo qué países entran o no a estas sociedades. Así, mediante sanciones económicas, sacan al país rebelde de estos sistemas de pagos que significa no poder utilizar la red de los 11.000 bancos afiliados al SWIFT y de los exclusivos 43 miembros del CHIPS que operan en suelo estadounidense y que manejan el 95% de todas las transacciones en dólares, 1,8 billones de dólares al día.[6]
Las sanciones económicas que se aplica a 26 países –entre ellos Rusia, Irán, Corea del Norte, Cuba y Venezuela– que se oponen a la hegemonía occidental, no han hecho sino obligar a estos países, y alertar a otros, a crear nuevos instrumentos para las finanzas internacionales. Así, Rusia creó el 2014 el SPFS[7] (Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros) equivalente ruso del SWIFT. China, por su parte, ha creado el CIPS[8] (Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos) para reemplazar al SWIFT; y, para operar en lugar del CHIPS ha creado el yuan digital e-CNY. En la medida que más países creen sus propios sistemas de mensajería y consolidación de pagos, la primacía de EEUU en este campo también tendrá sus días contados.
En esta guerra económica y financiera de occidente vs los países del sur global, la historia está del lado de aquellos que buscan un nuevo orden económico internacional, de cooperación e integración, con respeto a la soberanía de cada país y esos son los BRICS+. El paulatino resquebrajamiento del poderío occidental, precipitado por la guerra en Ucrania, le ha abierto los ojos a muchos países emergentes que ven a los BRICS+ con expectativa y esperanza, porque han demostrado en sus 15 años de existencia la firme convicción de que sí es posible este cambio basado en la cooperación en el comercio internacional, con formas de intercambio que permitan la industrialización de los países a partir de sus recursos naturales y el desarrollo de proyectos de infraestructura, es decir, la inversión en economía física. Los BRICS+ constituyen, en estos momentos, el necesario contrapeso a la hegemonía occidental.
[1] Ver Entrevista de Modesto Montoya a Oscar Ugarteche: https://www.youtube.com/watch?v=GtajLibe2Vc
[2] Exposición de Oscar Ugarteche “Geoeconomía y globalización fragmentada”:
[3] Ver: https://www.cepal.org/sites/default/files/article/files/oped-se_brics_cuba_granma.pdf y: https://doi.org/10.31381/mpp.v2i1.5856
[4] SWIFT: Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication
[5] CHIPS: Clearing House Interbank Payments System.
[6] Ver: https://www.tbsnews.net/bloomberg-special/china-can-bypass-swift-putting-digital-money-play-377653
[7 SPFS: System for Transfer of Financial Messages