¿Se Repite la Historia de las Punto.com con Mayor Riesgo Global?
En los últimos meses, el economista Jason Furman, profesor en Harvard, ha lanzado una advertencia contundente: el actual crecimiento económico de Estados Unidos es un espejismo.
Detrás del brillo estadístico del PIB se esconde una dependencia extrema —y peligrosa— de la inversión masiva en infraestructura de inteligencia artificial (IA). Según sus cálculos, si se excluyen los gastos en centros de datos, chips y software relacionado con IA, el crecimiento real del PIB estadounidense en el primer semestre de 2025 habría sido apenas del 0,1%. Es decir: estancamiento técnico camuflado como auge.
Este fenómeno no es nuevo. Recuerda con inquietante precisión la burbuja de las empresas punto.com a finales de los 90, cuando el entusiasmo especulativo por internet llevó a que inversores apostaran miles de millones en startups con apenas un nombre de dominio y un PowerPoint, sin modelo de negocio sostenible.
La historia terminó en 2000–2001 con un colapso financiero masivo, cientos de empresas desaparecidas y miles de trabajadores despedidos. Hoy, la fiebre por la IA parece repetir ese patrón —pero con más capital, más actores globales y mayores riesgos sistémicos.
¿En qué se parecen las burbujas de las punto.com y la de la IA?
1. Inversión desproporcionada en un solo sector:
En los 90, el capital se concentró en empresas de internet sin rentabilidad. Hoy, el 4% del PIB estadounidense (hardware, software y centros de datos) explica el 92% del crecimiento total. Eso significa que casi todo el “crecimiento” proviene de máquinas entrenando a otras máquinas, no de fábricas, salarios, consumo ni productividad real.
2. Fiebre especulativa sin evaluación crítica:
Como en la era punto.com, hoy inversores entregan miles de millones a equipos de seis personas con una idea y sin producto. Jeff Bezos lo ha reconocido: estamos ante una “burbuja industrial”, donde se mezclan buenas y malas ideas, y el mercado no distingue entre ambas en medio del frenesí.
3. Concentración del crecimiento en unas pocas megacorporaciones:
En los 90, eran AOL, Yahoo, Cisco. Hoy son Microsoft, Google, Amazon, Meta y Nvidia. Estas empresas, llamadas “hiperescaladores”, cuadriplicaron su gasto en centros de datos y concentran un tercio del gasto de capital total en EE.UU. Su éxito maquilla la debilidad del resto de la economía: manufactura estancada, empleo en caída, salarios reales sin recuperación.
4. Crecimiento estadístico, no social:
El PIB sube, pero la calle no lo siente. Como en la burbuja anterior, el “progreso” no se traduce en bienestar compartido, sino en valor bursátil inflado y deuda corporativa creciente.
Pero hay diferencias clave… y son más peligrosas
La burbuja actual no ocurre en un vacío. Se desarrolla en un contexto de competencia geopolítica global, donde EE.UU. intenta frenar el ascenso tecnológico de China. Y aquí es donde el riesgo se multiplica:
– China no estaba en la burbuja punto.com. Hoy sí está, y es el rival principal.
Mientras EE.UU. apuesta por la “libertad de mercado” y la especulación privada, China aplica planificación estatal: selecciona campeones nacionales (como Huawei o Baidu), controla el acceso a metales críticos (litio, cobalto, tierras raras), garantiza energía barata y estable, e integra academia, industria y Estado en una estrategia coherente de soberanía tecnológica.
– EE.UU. invierte más que China en IA… pero con menor eficiencia.
Según datos recientes, EE.UU. gasta más del doble que China en infraestructura de IA, pero China lidera en patentes, producción de chips avanzados (a pesar del bloqueo) y despliegue de modelos de lenguaje en servicios públicos y privados. Rusia, con un presupuesto militar menor que el de EE.UU., también avanza en IA militar y ciberdefensa.
– No hay “Silicon Valley” único: ahora hay muchos.
India, Corea del Sur, la Unión Europea, Emiratos Árabes y hasta países latinoamericanos están creando sus propios ecosistemas de IA. La competencia ya no es local, sino global, lo que presiona a EE.UU. a invertir aún más, incluso en proyectos inviables, por miedo a perder la hegemonía tecnológica.
La lógica del capitalismo desregulado vs. la planificación estratégica
El sistema estadounidense, basado en la “libertad de mercado”, alienta la proliferación de startups, la competencia desenfrenada y la creación de dinero barato (gracias al dólar como moneda global). Esto genera innovación… pero también ineficiencia masiva:
– Centros de datos que consumen más electricidad que países enteros.
– Chips que se vuelven obsoletos en meses, no en décadas como una vía férrea o una represa.
– Empresas que queman capital sin generar valor real, sostenidas solo por la esperanza de ser compradas o salir a bolsa.
En contraste, China evita la competencia interna innecesaria, coordina inversiones, protege sus cadenas de suministro y prioriza la utilidad nacional sobre la ganancia inmediata. No se trata de “mejor o peor sistema”, sino de diferentes lógicas: una especulativa y fragmentada, la otra estratégica y colectiva.
¿Qué pasará cuando la burbuja reviente?
Jeff Bezos y otros optimistas dicen que, como en los 90, quedará infraestructura útil: centros de datos, redes eléctricas reforzadas, algoritmos avanzados. Y es cierto: la burbuja punto.com nos dejó fibra óptica, protocolos web y el ecosistema digital actual.
Pero esta vez el costo podría ser mayor:
– Despidos masivos en el sector tecnológico, que ya emplea a millones.
– Colapso de deuda corporativa, ya que muchas inversiones en IA se financian con bonos y créditos.
– Crisis de confianza en el modelo estadounidense de innovación, justo cuando China demuestra que la planificación funciona.
– Aceleración del declive hegemónico de EE.UU., como analiza Augusto Sención Villalona: si el dólar pierde su rol global por la pérdida de productividad real, el imperio financiero se desmorona.
Lo que se viene: ¿Burbuja industrial o crisis sistémica?
Jason Furman advierte es que convertir una transformación tecnológica en motor único del crecimiento nacional es una apuesta suicida. La historia enseña que las burbujas industriales dejan legados… pero también cicatrices profundas.
La diferencia esta vez es que no estamos solos en el juego. Mientras EE.UU. quema miles de millones en una carrera desesperada por no perder, China construye con paciencia, Rusia resiste con soberanía y el Sur Global busca su propio camino.
Si la burbuja revienta, no solo caerán startups, sino la ilusión de que el capitalismo desregulado puede liderar la próxima civilización tecnológica. Y en ese vacío, surgirán nuevos modelos —más planificados, más colectivos, más anclados en la soberanía— que podrían definir el siglo XXI.




